Como una pareja de escorpiones que se apuñalan entre ellos cuando les rodean con fuego. De esta forma tan improbable en la vida animal como real en un contexto humano actúan todos y cada uno de los personajes que pueblan esa obra maestra de 1955 que es Muerte de un ciclista.
En ella, Juan Antonio Bardem, que habría cumplido cien años el pasado mes de junio, utilizó gran parte de los recursos narrativos y expresivos de la época para pintar un fresco de la España de posguerra o, para ser más concreto, de la burguesía española de posguerra.
Argumento de la película
Lucía Bosé y Alberto Closas interpretan a una pareja de amantes que, en una de sus escapadas furtivas, atropellan de forma mortal a un ciclista en una carretera que, por vacía, bien podría ser una metáfora de la vida de los protagonistas.
La culpa, los remordimientos y el miedo a ser descubiertos (tanto por la policía como por el marido de Bosé) harán acto de presencia de forma paulatina y ejercerán de padre moralizador, enturbiando cada gesto, cada acción de los protagonistas, tanto en sus momentos de intimidad como en las envenenadas fiestas a las que acuden.
Personajes
El personaje de Closas es un profesor universitario que ha conseguido el poco prestigio social que tiene gracias a la elevada posición de su cuñado. La guerra, como él mismo dice en determinado momento de la película, le dejó vacío, sin esperanza, desdibujó la línea de su horizonte separando de su lado al personaje interpretado por Bosé. Un personaje al que, en un principio, parece definir aquel verso de Gil de Biedma que decía que “las más hermosas sonreían a los más insolentes de los vencedores”. Pero de nuevo, Bardem no atiende a maniqueísmos ni a juicios absolutistas. El personaje de Bosé, por diáfano, termina desvelándose oscuro.
Sobre el director
Bardem, cineasta superdotado donde los haya, se sirve de los elementos clásicos del cine negro hollywondiende (desde la base argumental, la concatenación de diálogos y acciones para crear unas transiciones tan originales como poéticas, hasta el clímax, que es puro Hitchcock) para desnudar a la burguesía de la época a través de una puesta en escena puramente neorrealista.
Contexto político y social de la película
Aun así, el contexto político de España en el año en que se desarrolla la película y, sobre todo, la censura que está tan inexorablemente unida a ella, hacían imposible reflejar la situación social de nuestro país de una forma tan directa como lo habían hecho De Sica y compañía tan sólo una década antes. Aquí es donde entra el carácter metafórico de la película. Todos los personajes, desde los protagonistas, secundarios y los que sólo tienen una escena, todas las acciones, todas las localizaciones, todos esos detalles que por pequeños parecen resultar inservibles, adquieren una poderosa carga simbólica.
No es casualidad que el ciclista atropellado sea de clase obrera, que el personaje de Closas sea profesor en una universidad por puro enchufe, que sea una mujer la que pone en marcha las revueltas estudiantiles que terminan ejerciendo de elemento catártico o que el personaje de Bosé le dé a su amante un dinero para la familia del asesinado mientras llena las huchas de la Iglesia.
No. La España que tan bien refleja Bardem está dirigida por una burguesía que consolidó su poder tras la guerra y que maquilló su desgracia tan hábilmente que los vencidos, aquellos a los que pertenece el personaje de Bosé, les envidian, creen necesitar todos esos lujos, ese poder, esos salones vacíos que sólo pueden llenar con conversaciones aún más vacías, para vivir, pagando para ello un precio demasiado alto; la cercanía, la fraternidad, la humanidad.
Premios y reconocimientos
Los buenos sentimientos, representados por el personaje de Closas, no tienen espacio en ese mundo de deshonestos vencedores. Un festival, el de Cannes, que tantas veces ha ignorado el cine español, le otorgó a Muerte de un ciclista el premio de la crítica, un galardón que, sin ser el más prestigioso del festival, reconocía el mérito de una película que dejaba en paños menores la estructura jerárquica de un país sin que la censura fuese siquiera consciente.
Reconocía, además, la maestría de un director que pintó un fresco tan amplio como preciso de un país. Un fresco en el que retrató a una burguesía empeñada en vivir en su burbuja de comodidades y frialdad, a una clase obrera tan maltratada como ignorada y a unos personajes capaces de darle la espalda a la rectitud y la honestidad, capaces de chantajear, callar y asesinar si se ven en una situación de peligro, a una pareja de escorpiones que se apuñalan entre ellos si se ven rodeados por el fuego.

Graduado en realización de proyectos audiovisuales y espectáculos, ávido devorador de cine. La pasión por el séptimo arte traspasó la pantalla y llegó hasta el papel.